Una vez pasadas las Fiestas Navideñas y habiéndonos adentrado en el
nuevo año, con lo cual el cuerpo se encuentra más sosegado, voy a
intentar explicar lo que supone para un paciente de fibromialgia y
fatiga crónica el intentar adaptarse al ritmo que estos días más o menos
nos imponen, aunque sea de una forma inconsciente y digo inconsciente
porque cuando faltan unos días el cuerpo ya se pone a la defensiva,
sabiendo que los cambios de ritmo al que lo vamos a someter es como una
agresión de la que lógicamente nos va a pasar factura.
Yo
no quiero decir que no me gustan estas fiestas porque no es así, pero si
digo que les tengo miedo, se por la experiencia de cada año que el
precio a pagar es alto, agotamiento, dolor, malestar general...., lo cual se
traduce en sufrimiento. Se que esto puede tener un
componente psicológico importante pero claro yo no puedo engañar a mi
cuerpo, y mi cuerpo me dice que si yo un día hago un exceso, que
en el caso de estos días no son uno sino varios, se quejará de la forma que puede hacerlo que es mostrando sus limitaciones.
¿Y cuáles son esas limitaciones?, pues en mi caso
estas empiezan a manifestarse a partir del mediodía y se van acentuando a
medida que el día avanza, de forma que cuando llega la noche estoy al límite de mis fuerzas. Pues bien si una noche de estas, por querer
estar como crees es tu deber acompañando a la familia, terminas por irte a descansar a las tres de
la mañana por ejemplo, al final no estás agotado: estás muerto, y si a
esto le añades que al día siguiente tienes que volver a hacer más o menos igual y quizá también al siguiente, terminas como deseando que pase todo esto y que tu cuerpo pueda retomar la normalidad, y en esto estamos ahora, que seguro pronto lo conseguiré.
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